Así tituló Gabriel García Márquez un artículo publicado en 1981 en el que manifiesta su gran admiración por María Moliner, autora del que para muchos es el mejor diccionario de la lengua española. Este mes de marzo, se celebra del 50º aniversario de la publicación del segundo tomo de su Diccionario de Uso del Español, que superó al de la Real Academia, convirtiéndose en obra de consulta de referencia, “un instrumento para guiar en el uso del español tanto a los que lo tienen como idioma propio como a aquellos que lo aprenden”.
María Moliner “hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana”, en palabras del propio García Márquez. Escribió su Diccionario de Uso del Español “en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines”.
María Moliner (Paniza, Zaragoza, 30 de marzo de 1900 – Madrid, 22 de enero de 1981) comenzó a escribir el diccionario cuando su hijo menor empezó la carrera de ingeniero industrial, y daba por concluida la crianza de sus hijos en 1950: “Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años”.
A pesar de la imagen reduccionista que se ha difundido de ella como una ama de casa tradicional que zurce calcetines, se ocupa de la crianza de los hijos y en sus ratos libres escribe un diccionario, Moliner se formó y trabajó como filóloga y lexicógrafa y se licenció en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, con las máximas calificaciones y Premio Extraordinario. A los 22 años ingresó por oposición en el cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. Ya casada y con hijos se traslada a Valencia en los años de la II República, donde ejerce como directora de la biblioteca universitaria de Valencia y del proyecto de bibliotecas populares. Colabora asimismo con la Escuela Cossío, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza y especialmente a la organización de las Bibliotecas Rurales. Al terminar la Guerra Civil, como consecuencia de las represalias del Régimen Franquista, sufrió la pérdida de 18 puestos en el escalafón del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, que recuperaría en 1958.
El gran mérito de María Moliner en su Diccionario de Uso del Español, es que a través de un lenguaje sencillo y preciso, pone a disposición del usuario no solo la definición de cada uno de los sentidos de la palabra -lo que ofrecen todos los diccionarios en general-, sino información sobre sus construcciones con preposición y sobre sus complementos habituales, ejemplos abundantes, notas sobre uso, numerosos sinónimos y palabras afines, indicaciones gramaticales, etimologías y hasta la frecuencia de empleo de la palabra o de la acepción.
Sirvan estas palabras para manifestar nuestra admiración por esta mujer, que gracias a su amor por nuestra lengua y a un esfuerzo titánico, (se levantaba al amanecer y trabajaba durante las mañanas sin apenas pausas y tras una pequeña siesta proseguía con las fichas hasta que caía la noche) construyó un universo de palabras que edificaron el imprescindible Diccionario de Uso del Español.