¿Cuáles son los colores del otoño? ¿Qué refranes en español se utilizan en esta época?
El otoño llega cada año con su característico cambio de colores y de aires. Las hojas empiezan a caer de los árboles, pintando los paisajes con tonos de rojo, amarillo y ocre, mientras el viento sopla y, diligente, nos invita a abrigarnos y prepararnos para el frío que poco a poco se va instalando. La naturaleza, en su sabiduría, nos enseña que hay un momento para cada cosa y que cada estación tiene sus propios frutos y su propio sabor.
El otoño es también tiempo de recolectar; es época de castañas, de calabazas, de uvas. Ay las castañas, a veces le debemos “sacar las castañas del fuego” a un amigo, un vecino, un hijo… y ayudarlo a enfrentarse a dificultades con valentía, y es que el otoño nos recuerda que los frutos de nuestras decisiones están listos para cosecharse, tal como los viñedos que maduran durante el verano y ahora esperan para la vendimia. De ahí el refrán que dice: “Otoño entrante, uvas abundantes”, anticipando que el trabajo de meses se transforma en abundancia y en dulces frutos.
El paso del tiempo se hace evidente en el otoño, y la nostalgia nos lleva a añorar veranos pasados, momentos de luz y calor. Sin embargo, el encanto de estos días reside en los pequeños detalles: los suelos cubiertos de hojas, el sonido de la madera crepitando en una chimenea, las caminatas por el bosque cuando empieza a llover y el olor a tierra mojada que nos envuelve. Cada paso entre hojas caídas y humedad nos conecta con el presente, incluso cuando parece imposible no añorar las largas horas de luz. Ya lo dice el refrán: “Si a las seis ves oscurecer, otoño seguro es”.
En otoño también llega la temporada de calabazas, esas frutas redondas y anaranjadas que decoran los campos y que muchos buscan, pero cuidado, no vayan a “daros calabazas” y el amor soñado se os escape de las manos.
“Calabazas coloridas, en otoño recogidas” otra verdad indiscutible de estos días, que nos habla del fin de una temporada de crecimiento y el comienzo de una de cosecha y recogimiento. Porque el otoño no es solo un cambio de colores, sino un tiempo de introspección, cuando cada uno empieza a caminar hacia adentro y a abrigarse también espiritualmente, buscando en el hogar un refugio de la oscuridad y la bajada de temperatura.
Por otro lado, no podemos olvidar a quienes por esta época “están de mala uva”, sintiendo el bajón de energía y la disminución de las horas de sol. Pero a veces, pedir que el otoño sea como el verano es como “pedir peras al olmo”; esta estación tiene su propia magia, incluso si también trae días lluviosos y melancolía. Y aunque el cielo gris pueda parecer menos inspirador, no debemos olvidar que “Otoño lluvioso, año copioso”.
El silencio de esta temporada se siente profundo, y aquellos que disfrutan de su propio ritmo, caminan despacio entre los árboles del bosque. Quizás sea la época perfecta para enraizarse y observar el entorno con calma mientras el mundo sigue su curso a otro ritmo. En cada anochecer temprano, el otoño parece recordarnos que todo en la vida tiene su momento, y que la belleza de esta estación, aunque fugaz, es uno de los regalos más entrañables del año. Y “no seas un seta”, sonríe a la vida que, aunque nos veamos “de higos a brevas”, siempre os llevaré en mi corazón.